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Incorporando datos de diversas fuentes, es evidente que al menos entre el 60 y el 70% de los suelos europeos, incluida una gran mayoría en Hungría, sufren procesos de degradación. La disminución de la materia orgánica del suelo conduce a una reducción de los organismos benéficos responsables de la reposición de nutrientes, lo que exacerba la incapacidad del suelo para regenerarse. Las prácticas agrícolas intensivas agotan aún más las reservas de carbono del suelo y disminuyen las proporciones de micronutrientes esenciales, lo que plantea importantes desafíos para la agricultura sostenible.
Los suelos degradados se compactan y son propensos a la erosión, lo que exacerba el estrés por calor y sequía e impide la retención de agua. Abordar estos problemas requiere un cambio hacia prácticas regenerativas, que pueden reducir sustancialmente la escorrentía de agua en un 50% y la erosión hasta en un 90%, al mismo tiempo que secuestran dióxido de carbono de la atmósfera.
En eventos como Planet Budapest 2023, la protección y la comprensión de nuestros recursos naturales, incluido el suelo, han surgido como puntos focales. A través de esfuerzos de colaboración y soluciones innovadoras mostradas por las partes interesadas agrícolas, existe un impulso creciente hacia prácticas sostenibles para salvaguardar nuestro suelo y asegurar el futuro de la agricultura.
La campaña iniciada por la Sociedad Húngara de Ciencias del Suelo subraya la urgente necesidad de priorizar la salud y la resiliencia del suelo en las prácticas agrícolas. Al reconocer las alarmantes tasas de degradación y adoptar enfoques regenerativos, los agricultores y expertos agrícolas pueden allanar el camino hacia un futuro más sostenible, salvaguardando la vitalidad de nuestro suelo para las generaciones venideras.