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La reciente “Agenda especial: Klimatutmaningen” en SVT planteó preguntas críticas sobre los desafíos y responsabilidades del sector agrícola en medio de la crisis climática global. Si bien el programa discutió la necesidad de reducir las emisiones, prácticas sostenibles y el papel de la silvicultura después de las decisiones de la UE, notoriamente careció de representación de agricultores e investigadores agrícolas.
El problema subyacente, sin embargo, no es la falta de conciencia o voluntad dentro del sector agrícola para la transición. Vivir de la tierra genera una conmovedora conciencia de las consecuencias del cambio climático. El verdadero desafío reside en la rentabilidad.
Según un informe reciente de LRF y Lantmännen, se prevé que la transición a la agricultura sostenible le costará al sector agrícola sueco entre 80 y 85 mil millones de coronas suecas en inversiones durante los próximos 15 a 20 años. Esto se traduce en un coste anual de 20 millones de coronas suecas con un tipo de interés del 15 por ciento, junto con unos gastos anuales adicionales de entre 10 y 11 millones de coronas suecas. Si bien estas cifras deben considerarse en relación con la facturación total de la industria de aproximadamente 80 mil millones de coronas suecas al año y el valor total del consumo de alimentos que asciende a alrededor de 350 mil millones de coronas suecas al año, es evidente que se debe encontrar una solución.
La industria verde enfrenta un desafío complejo que no es fácil de abordar con una solución única. La agricultura, profundamente conectada con el ciclo global del carbono, requiere una consideración cuidadosa. Las posibilidades de transición verde incluyen una mayor producción de fuentes de energía renovables como el biogás y la energía solar.
Es fundamental para el debate determinar el tamaño de estas inversiones en función de qué tan sólida queremos que sea la producción de alimentos del país. El informe enfatiza que los ingresos deben aumentar en un 25 por ciento para defenderse de los aumentos de costos. Compartir la carga de estos costos dentro de las políticas agrícolas, climáticas y energéticas es una clara necesidad.
Las inversiones en tecnología de agricultura de precisión, vehículos electrificados y embalses de riego, facilitadas a través de programas como el Klimatklivet del estado, contribuyen no solo a la sostenibilidad de la granja sino que también se alinean con las estrategias alimentarias nacionales y los esfuerzos de defensa.
Actualmente, Suecia depende en gran medida de las importaciones de alimentos, con una tasa de autosuficiencia de alrededor del 50 por ciento. Los costos deberían asumirse mediante una mayor responsabilidad en el comercio y precios potencialmente más altos de los alimentos para los consumidores en el largo plazo. Depender de la compensación estatal a largo plazo se considera poco fiable. En última instancia, la adaptación climática más eficaz es garantizar empresas agrícolas estables y rentables.
Mientras Suecia se enfrenta a los desafíos de la transición agrícola, la clave está en encontrar un equilibrio armonioso entre la viabilidad económica y la sostenibilidad ambiental. Las inversiones y estrategias propuestas descritas en el informe proporcionan una hoja de ruta para asegurar la producción de alimentos del país y al mismo tiempo abordar las preocupaciones climáticas. Los esfuerzos de colaboración, las responsabilidades compartidas y las inversiones inteligentes allanan el camino para un futuro resiliente y sostenible para la agricultura sueca.