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El agua subterránea, el tesoro escondido bajo nuestros pies, sustenta la vida y los medios de subsistencia en todo el mundo. Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), constituye una parte sustancial del agua de riego (43%) y del agua potable (36%) a nivel mundial. Sin embargo, hallazgos recientes pintan un panorama sombrío de su agotamiento, lo que insta a tomar medidas urgentes.
Dirigido por el profesor Scott Jasechko de la Universidad de California en Santa Bárbara, un estudio innovador analizó cuatro décadas de datos de más de 170,000 puntos de medición de aguas subterráneas y 1,700 sistemas de aguas subterráneas en todo el mundo. Publicado en Nature, el estudio subraya una realidad preocupante: desde 1980, los niveles de agua subterránea han disminuido en el 71% de los acuíferos del mundo, con un ritmo acelerado en el siglo XXI.
Las revelaciones clave resaltan no sólo el alcance del agotamiento sino también su naturaleza sistemática. Los casos de declive acelerado superan los patrones históricos, lo que indica problemas estructurales subyacentes. De 2000 a 2019, el volumen de agua subterránea perdida equivalió al triple del volumen del Lago Superior, lo que enfatiza la magnitud de la crisis.
Las regiones agrícolas son las más afectadas por esta crisis, y áreas como el norte de la India, el norte de China, el oeste de los Estados Unidos, el norte de África y el Medio Oriente experimentan un rápido agotamiento debido a las demandas excesivas de riego. Las consecuencias se extienden más allá de la escasez de agua y abarcan conflictos, migraciones y alteraciones ecológicas.
El llamado a una gestión sostenible de las aguas subterráneas es cada vez más fuerte. El monitoreo continuo, la regulación de la extracción, la adopción de prácticas agrícolas eficientes, las mejoras de infraestructura y las campañas de concientización pública emergen como pasos cruciales para mitigar la crisis. A pesar de la gravedad de la situación, las historias de éxito en regiones como el sur de Australia, el norte de Europa y el sur de Brasil ofrecen esperanza y subrayan el potencial de un cambio positivo.
Si bien los desafíos que plantea el agotamiento de las aguas subterráneas son enormes, los esfuerzos concertados guiados por la ciencia, la colaboración y el compromiso comunitario pueden allanar el camino hacia un futuro sostenible. Es imperativo actuar ahora para salvaguardar este recurso invaluable para las generaciones venideras.